sábado, 9 de noviembre de 2019

Conversatorio sobre la Arteterapia como herramienta en programas de promoción de la salud emocional de estudiantes universitarixs. Campus Sarapiquí UNIVERSIDAD NACIONAL (UNA):











Este Conversatorio fue organizado por:
•M.L. Ileana Paniagua Retana, filóloga y académica de la Sección Huetar Norte y Caribe, de la Universidad Nacional;

Con el apoyo de:
•M.A. Pamela Jiménez Jiménez, coordinadora del Proyecto Artes y Salud: diálogos interdisciplinarios, de la Escuela de Arte Escénico, CIDEA, Universidad Nacional.

Participó:
•M.A. Maricris Castillo Hellmund, licenciada en psicología y Master en Artes, Universidad de Costa Rica.
El proyecto de graduación de Maricris, para optar por el grado de Master en Artes, se tituló:



Fecha del Conversatorio: miércoles 6 de noviembre, 2019.

•Conclusiones de Angela Bulgarelli:
El Conversatorio sobre Arteterapia realizado esta tarde en el Campus Sarapiquí de la UNA, permitió a docentes y estudiantes, compartir su angustiante sentir en relación a la ausencia de estabilidad y salud socioemocional, en una cantidad preocupante de estudiantes.
Tanto docentes como estudiantes coinciden en su valoración de que, debería haber una amplia variedad de oportunidades para el alumnado, en cuanto a espacios emocionalmente seguros para ventilar y explorar emociones y sentimientos. El Arte, en todas sus expresiones, puede convertirse en la herramienta no amenazante que propicie esos procesos de ventilación y exploración de emociones y sentimientos. 
Sin embargo, se tiene muy claro que no se trata del Arte y sus técnicas, ni de sus códigos estéticos, ni del encasillamiento discriminatorio propio del quehacer artístico, sino más bien de la absoluta libertad de expresión y de creación, propia de las Terapias Creativas.
A esto, habría que aunar la intervención pertinente y en algunos casos, inmediata, de profesionales de la salud, que provean no sólo acompañamiento, sino también los medicamentos necesarios.

•Sentí pensar de Maricris Castillo Hellmund:
Sarapiquí me ha puesto pensar en
la manera en que imagino los eventos académicos: Preparo un Power Point, repaso una y otra vez las teorías y los nombres de las grandes mentes, tengo lista una presentación fundamentada y técnica. Apta para ser expuesta, discutida y entendida (según yo) por un público.
Llegué al campus de la universidad y no hizo falta mucho tiempo para saber que, todo ese plan que llevaba, ese discurso, no tenía lugar en un contexto donde urgía un encuentro más cercano. 
Nos sentamos en círculo y comenzamos a hablar. Una persona dijo que estaba ahí porque pensaba que “tal vez el arte podría ayudarles en su trabajo cotidiano con los grupos de estudiantes.”
Ojalá que sí, ojalá que Sarapiquí encuentre en este campo de conocimiento y actuación una herramienta más. 
Al final de eso se tiene que tratar la arte -terapia, de relaciones más auténticas y honestas. De la posibilidad de escuchar a otrxs y de ser escuchadxs. No de ser una disciplina encerrada en consultorios, tampoco un campo de saber aislado del mundo y de las necesidades reales que existen en las comunidades. La arteterapia tiene que relacionarse con la posibilidad de aprender a cuidar de nosotrxs mismxs y de los otrxs. Con la esperanza de una vida mejor, a pesar de las circunstancias difíciles. A pesar de que, como decía un escritor francés, “Dios está en todas partes, pero sólo atiende en la capital”.

•Sentipensar de Ileana Paniagua Retana:
Hay que romper con los paradigmas rígidos de la educación, el trabajo y la salud mental en nuestro país y el mundo”
El miércoles 6 de noviembre se sembró una semilla, una semilla para cambiar, para transformar la relación que tenemos con los estudiantes, con nuestros compañeros y con nosotros mismos.
Nuestros cuerpos gritan a través de las enfermedades, a través de las memorias ancestrales de sufrimiento, violencia y de creencias negativas un ¡alto!, ¡basta ya!.
Ya no podemos seguir reproduciendo sistemas de educación, de relaciones, de trabajo obsoletos, enfermos, de poder, de supresión de los otros. Ya no podemos seguir siendo máquinas ni produciendo máquinas; no podemos competir entre nosotros ni desecharnos en cuanto ya “no funcionemos”.
Fuímos pocos asistentes pero con un gran deseo de transformación, con un gran deseo de, a través de la arteterapia y de otras herramientas, poder ayudarnos y ayudar a otros a autocuidarse, a sanar, a ser seres humanos más integrales, más compasivos con los otros y con el mundo. 
Agradezco a cada una de ustedes por el espacio para compartir con la sede de Sarapiquí (muchas veces olvidada por las autoridades universitarias) nuestras inquietudes y también, nuestros sueños. Gracias, desde lo más profundo de mi corazón.